Insolvencias en Europa Central y Oriental: a pesar de un contexto económico mundial cada vez más difícil, la situación sigue siendo positiva
La región de Europa Central y Oriental ha experimentado un crecimiento sin precedentes en la Unión Europea. Sin embargo, se espera una desaceleración en los próximos años.
La región de Europa Central y Oriental ha experimentado una mejora de la actividad económica en los últimos años. En 2017 y 2018, el crecimiento del PIB en la región ascendió a 4,6% y 4,3%, respectivamente, las tasas más altas desde 2008.
Esta aceleración de la economía de la CEE se debió principalmente al aumento de la demanda interna, en particular gracias a la importante caída del desempleo que benefició a los hogares. Al mismo tiempo, los hogares también se beneficiaron del fuerte crecimiento de los salarios, que tuvo un impacto directo en el consumo. Más allá del consumo de los hogares, el crecimiento se vio respaldado por un aumento de la inversión pública y privada.
El período antes mencionado de entorno macroeconómico favorable ha tenido efectos sobre la solvencia de las empresas de la región de Europa Central y Oriental. El promedio ponderado de insolvencias del PIB cayó un 4,2% en 2018, frente al aumento de los procedimientos registrado un año antes.
La situación económica mundial, especialmente en Europa, se está volviendo más tensa y tendrá un impacto en las insolvencias
A pesar de esta evolución positiva, las empresas de Europa Central y Oriental también experimentaron dificultades. La baja tasa de desempleo ha provocado una escasez de mano de obra, que se ha convertido en el principal obstáculo para las empresas, tanto en sus actividades cotidianas como en su posible expansión.
Las limitaciones de la oferta -incluidas la escasez de mano de obra, las altas tasas de utilización de la capacidad, el aumento de los costos de los insumos y el impacto de la desaceleración externa (directa e indirecta)- son motivo de preocupación para las empresas que operan en la región de Europa Central y Oriental. Se espera que el consumo de los hogares siga siendo el principal motor del crecimiento, aunque la limitada aceleración de la inversión en activos fijos y el descenso de las exportaciones frenarán el crecimiento del PIB.
Además, la desaceleración en la zona euro, la escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China y el proceso poco claro de la retirada del Reino Unido de la Unión Europea están preocupando a los exportadores debido al impacto potencial en sus empresas y economías. De hecho, la desaceleración esperada en el crecimiento en la región de Europa Central y Oriental se debe principalmente a los efectos directos e indirectos de una desaceleración en la demanda externa. Se espera que el crecimiento promedio en la CEE alcance el 3,6% en 2019 y el 3,2% en 2020.
Dado que las economías de los países de Europa Central y Oriental están en su mayoría muy abiertas a los mercados exteriores, la menor demanda externa se manifestará no sólo en las tasas de crecimiento, sino también gradualmente a través de las estadísticas de insolvencia. En este sentido, se verán afectados sectores fuertemente expuestos a los mercados exteriores, como la industria del automóvil y los que le suministran piezas y componentes, es decir, los sectores químico y metalúrgico.
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